EUROPA
PRESS
16 septiembre
2019
La
ciencia del placer
El placer es un componente vital de los
procesos mentales que garantizan que las personas estén bien. Además, aunque no
lo parezca, el placer también es un eje importante de actividades cotidianas y
necesarias, como comer o dormir. De cómo el cerebro obtiene placer y de la
importancia biológica y anímica de conservar deseos, placeres y motivación
habla el catedrático de Psicobiología en el Instituto
de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona Ignacio Morgado, en
'Deseo y placer' (Ariel), que acaba de publicarse.
Del placer se sabe que es "una percepción consciente,
agradable y deseable", especifica el autor, que agrega que sirve para
controlar la conducta motivada. Por ejemplo, la comida que comemos. Pero es
que, además, el placer "facilita el aprendizaje y la formación de la
memoria y nos ayuda a tomar decisiones", desvela Morgado.
Para sentir placer hay muchos factores que se ponen en
funcionamiento. En concreto, "las neuronas sintetizan y liberan en el
cerebro sustancias químicas, como las encefalinas y
endorfinas, también llamados opiáceos endógenos", especifica el
catedrático de Psicobiología. Los opiáceos endógenos
se diferencian de los exógenos, como la morfina, en que estos últimos "reproducen
en el cerebro el papel de esas sustancias propias del mismo", matiza
Morgado.
Por lo tanto, "el comer y el beber, especialmente
cuando tenemos hambre o sed, es un modo directo de activar esa liberación
cerebral de opiáceos endógenos que producen siempre placer", continúa el
experto.
Bajo esta premisa, no sorprende saber que el placer es
necesario para la vida en tanto que garantiza las conductas de supervivencia.
"La evolución biológica ha creado el placer como un mecanismo adicional
para incitar las conductas de supervivencia, como comer, beber o dormir",
explica el experto.
De hecho, sin placer se ven comprometidos los esfuerzos que
hay que hacer para llevar a cabo estas tareas básicas. Morgado lo explica así:
"La falta de placer compromete el esfuerzo necesario para buscar recursos
como la comida o el agua que el organismo necesita para sobrevivir y
reproducirse". Eso sí, si el placer compensa el posible esfuerzo que
conlleva llevar a cabo determinadas tareas "habría que verlo en cada tipo
de tarea y persona".
Comer, beber, dormir o el sexo no son los únicos placeres
que pueden encontrarse en la vida de las personas. A estos más básicos hay que
añadir los llamados placeres incentivos. Son "oír música, viajar, enamorar
o leer", enumera Morgado, que agrega que "son una constante en
nuestras vidas".
¿Se puede perder
la capacidad de sentir placer?
Además, el experto explica que puede perderse la capacidad
de sentir placer.
¿Cómo? "Con el abuso de las sustancias o circunstancias
que lo producen", subraya Morgado. "Las neuronas tienen sus
limitaciones cuando trabajan en exceso o cuando pierden capacidad funcional en
la vejez o con enfermedades neurodegenerativas", indica el catedrático en Psicobiología.
Asimismo, Morgado trata en 'Deseo y placer' el papel de la
dopamina en todo este proceso. El experto explica que "lo que ahora
creemos es que la dopamina liberada en el sistema mesolímbico
dopaminérgico, más que causar directamente placer, lo
que hace es aumentar el deseo de sentirlo, y éste último promueve la conducta
para conseguirlo".
No obstante, que el cerebro no fabrique dopamina o que la
fabrique en menor cantidad no condiciona el placer, sino que lo que se pierde
"es el deseo, la motivación para buscar el placer", matiza Morgado,
que considera la motivación el principio del fin. "Si falla la motivación,
se reducen las conductas encaminadas a buscar el placer allí donde lo
haya", concluye el experto.